viernes, 27 de julio de 2012

retazo

Tu mirada se vuelve opaca y murmuras tu consabida disculpa; la mía se torna ausente y es entonces que nuestra soledad se anuda y se consagra a vivir unida; tú en tu soledad, yo en la mía.

sábado, 21 de julio de 2012

He aquí que tú estás sola y yo estoy solo

He aquí que tú estás sola y que estoy solo...

He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

J.S.

jueves, 12 de julio de 2012

Lenguaje

Por mi boca habla Sabines, Becker, Borges, Bronte, Benedetti, Austen, Gacía Márquez y tantos otros, así como hablan las calles en las que crecí, las personas con las que hable, los bares en los que me perdí y los
lugares en los que me encontré. Mi lenguaje es la suma de todo lo que viví, lo que leí, lo que escuché y lo que ví; lo que soy. A mi hijo le canto la misma canción con que me arrullo mi abuelo, rezo con las mismas palabras con las que reza mi madre  y maldigo igual que mis amigos.
Soy mi lenguaje. 

Así somos

Tan necesitados, tan desamparados. 
En ocasiones he mirado ésa cara de perro apaleado en rostros ajenos,
otras en mi propio rostro; ésos ojos de animal herido,
de necesitar, de necesitar que le laman las heridas.
Luego ésa sensación tan momentánea, tan efímera y a la vez tan eterna;
sentir la calidez de otra piel bajo la mano
¿Y después?
Ése vacío ajeno aunado al nuestro en las palmas y en el corazón:
nos volvemos tan genéricos, tan iguales; con el alma ligada al cuerpo, menos cálidos,
más prudentes.
Entonces sucede de nuevo; nos sentimos llenos cuando nos acompaña la misma levedad,
para terminar reducidos otra vez, vaciados, dejamos de ser ésas aves  libres de alas tan largas
para ser ésos terrenales cimentados tan cotidianos, tan enraizados a las ortigas y al descontento.