Lo bueno tiene algo de malo, lo malo no existiría
sin lo bueno: el ying y el yang, el complemento.
No somos más que eso, seres opacos con momentos destellantes,
con oscuridades densas como la negrura de la noche en la llanura.
Vacíos, estériles, apagados, estrellas consumiéndose,
acabándonos, alimentándonos de otros, de nosotros
de los mismos, de los de entonces.