"Los recuerdos, a veces, pueden tocarse. Se paran frente a uno y nos invitan a enfrentarlos. Cobran fuerza del presente, dibujan las caras de quienres murieron o se alejaron y las voces que suponíamos perdidas. Nos hacen guiños, señas obscenas desde la barandilla de una nave dispuesta a partir, nos embriagan con su perfume marchito. Nos inmovilizan. Por eso (...) los dejaba tranquilos para seguir corriendo el maratón de la vida. Los recuerdos se interponen y nos vuelven sordos y mudos a lo que ocurre realmente."
Beatriz Espejo
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