
Te fumabas un cigarro,
yo veía el humo avanzar por tu cuerpo que miraba la luna,
no tenemos absolutamente nada porque querernos,
y nos queremos un poco y por nada.
“Debes curarte de mitos y fantasmas” te dije en un susurro,
mientras le daba la bienvenida al sueño,
me acariciaste la espalda, suave, dejando que durmiera,
pero te aseguraste de que escuchara:
“los míos son espectros cariño”
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