viernes, 28 de junio de 2013
Desmenuzas, pequeñas partes de un todo, un todo reducido a sus partes; un yo conjugado en distintos verbos, verbos contrapuestos al tiempo. Y todavía desmenuzas más, usas alegorías, comparaciones, pros ridículos y contras infundados, las excusas de somerset para decirle a tu cerebro que a fin de cuentas su trabajo ha resultado inútil, porque ya hace rato que sabes las respuestas, pero todos jugamos a ser cínicos.
lunes, 15 de abril de 2013
Luz y sombra
Mátices de gris entre el blanco y el negro.
Lo bueno tiene algo de malo, lo malo no existiría
sin lo bueno: el ying y el yang, el complemento.
No somos más que eso, seres opacos con momentos destellantes,
con oscuridades densas como la negrura de la noche en la llanura.
Vacíos, estériles, apagados, estrellas consumiéndose,
acabándonos, alimentándonos de otros, de nosotros
de los mismos, de los de entonces.
martes, 5 de marzo de 2013
Entendiendo
No entendía, ¿cómo se quiere lo que no se quiere?
Ahora intuyo, como tú, como yo con nuestras soledades conjugadas,
porque estás sólo lo sé, porque te siento aún conmoviéndome,
porque todo ha dado vuelta y termino de nuevo aquí,
en tu casa y mi casa.
No entendía cómo se amaba tanto, ahora comprendo, hay clases de amor,
unos buenos, otros malos, otros baratos y unos que llegan gratis y gratis se van.
Sigo pensando que el tuyo era el bueno, como el "gordo" de la lotería, ¿qué más dejaría
tanta tristeza que haber ganado y perdido el primer premio?
No entendía, ahora si, como se quiere y no se quiere, se quiere por pertenencia, no de otro,
sino de uno mismo, se quiere por soledad y no de la amable, sino de la soledad que arrastra y devasta.
No se quiere porque no se puede, porque no reemplazas, ni avanzas (ése es un cuento barato, que nadie ha podido venderme) no se quiere porque ya hay humo y tonterías, porque no hay ilusión total; las dudas están ahí, sentadas a tu lado, fumándose un cigarro y cruzando las piernas sentadas en el sofá, mientras tu juegas a que no las ves.
No se quiere porque ya se quiere y pues, te aguantas.
Ahora intuyo, como tú, como yo con nuestras soledades conjugadas,
porque estás sólo lo sé, porque te siento aún conmoviéndome,
porque todo ha dado vuelta y termino de nuevo aquí,
en tu casa y mi casa.
No entendía cómo se amaba tanto, ahora comprendo, hay clases de amor,
unos buenos, otros malos, otros baratos y unos que llegan gratis y gratis se van.
Sigo pensando que el tuyo era el bueno, como el "gordo" de la lotería, ¿qué más dejaría
tanta tristeza que haber ganado y perdido el primer premio?
No entendía, ahora si, como se quiere y no se quiere, se quiere por pertenencia, no de otro,
sino de uno mismo, se quiere por soledad y no de la amable, sino de la soledad que arrastra y devasta.
No se quiere porque no se puede, porque no reemplazas, ni avanzas (ése es un cuento barato, que nadie ha podido venderme) no se quiere porque ya hay humo y tonterías, porque no hay ilusión total; las dudas están ahí, sentadas a tu lado, fumándose un cigarro y cruzando las piernas sentadas en el sofá, mientras tu juegas a que no las ves.
No se quiere porque ya se quiere y pues, te aguantas.
domingo, 21 de octubre de 2012
Y extienden las alas y vuelan,
a veces tan cerca que puedes sentirlas,
como en los sueños,
y ésas hadas te abrazan con sus alas
ya cortas de tanto vivir;
llenas de orificios, de espacios vacíos de tí.
Extienden y entienden las alas cansadas de tanto volar,
de salvarse, de perderse, de olvidarse;
las hadas se olvidan de sí mismas,
se olvidan de ilusiones vacías y caen,
caen en un precipicio oscuro llamado realidad
vencidas por el tiempo.
No solo les quedan los recuerdos a esas hadas derrotadas,
esas tercas idiotas se abrazan a sus ganas de vivir,
de sentir cada color del arcoiris,
incluso los matices oscuros del destino que se forjaron.
Pero guardan sus tesoros en un cofre incompartible, lleno de cerrojos
que solo abren así mismas, cuando sienten el fantasma de sus alas en la espalda,
Si yo hubiera sido una, ahí guardaría tus miradas, no sólo las buenas,
también las tristes, incluso la última,
guardaría tu risa; la de los tiempos felices y la de los tiempos amargos,
escondería nuestra felicidad, la capacidad de comunicarnos sin palabras,
las horas tristes de sentirte lejos,
tus cartas, tus libros, lo ya impreciso, tus manos, la calidez de tu abrazo,
en ése cofre, te guardaría a tí, porque fuíste mío sin pertenecerme,
porque contigo no fuí princesa, ni hermosa, ni pequeña, ni mala.
Si fuera un hada y tuviera un cofre, no sólo te guardarí a tí,
también al invaluable tesoro de haber sido nosotros.
a veces tan cerca que puedes sentirlas,
como en los sueños,
y ésas hadas te abrazan con sus alas
ya cortas de tanto vivir;
llenas de orificios, de espacios vacíos de tí.
Extienden y entienden las alas cansadas de tanto volar,
de salvarse, de perderse, de olvidarse;
las hadas se olvidan de sí mismas,
se olvidan de ilusiones vacías y caen,
caen en un precipicio oscuro llamado realidad
vencidas por el tiempo.
No solo les quedan los recuerdos a esas hadas derrotadas,
esas tercas idiotas se abrazan a sus ganas de vivir,
de sentir cada color del arcoiris,
incluso los matices oscuros del destino que se forjaron.
Pero guardan sus tesoros en un cofre incompartible, lleno de cerrojos
que solo abren así mismas, cuando sienten el fantasma de sus alas en la espalda,
Si yo hubiera sido una, ahí guardaría tus miradas, no sólo las buenas,
también las tristes, incluso la última,
guardaría tu risa; la de los tiempos felices y la de los tiempos amargos,
escondería nuestra felicidad, la capacidad de comunicarnos sin palabras,
las horas tristes de sentirte lejos,
tus cartas, tus libros, lo ya impreciso, tus manos, la calidez de tu abrazo,
en ése cofre, te guardaría a tí, porque fuíste mío sin pertenecerme,
porque contigo no fuí princesa, ni hermosa, ni pequeña, ni mala.
Si fuera un hada y tuviera un cofre, no sólo te guardarí a tí,
también al invaluable tesoro de haber sido nosotros.
lunes, 20 de agosto de 2012
Cada ciudad puede ser otra Los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Jaime Sabines Cada ciudad puede ser otra cuando el amor la transfigura cada ciudad puede ser tantas como amorosos la recorren el amor pasa por los parques casi sin verlos amándolos entre la fiesta de los pájaros y la homilía de los pinos cada ciudad puede ser otra cuando el amor pinta los muros y de los rostros que atardecen unos es el rostro del amor y el amor viene y va y regresa y la ciudad es el testigo de sus abrazos y crepúsculos de sus bonanzas y aguaceros y si el amor se va y no vuelve la ciudad carga con su otoño ya que le quedan sólo el duelo y las estatuas del amor |
miércoles, 1 de agosto de 2012
Sanación
Cerremos los ojos y dejémonos caer en la tarea de sanar las dudas que la certidumbre nos ha ido dejando con el tiempo;
cuando nadábamos en ésos abismos de la confianza que ahora se han vuelto tan fantasmales; cuando quererte y odiarte eran dos cosas distintas; acabémonos éste amor de una vez besándonos, sintiéndonos, abrazando los amaneceres de cada desvelo que nos hemos regalado, anúdemoslos al alma como nuestras manos, como los dedos suaves y tibios que entrelazamos y ahora dejamos de hacerlo. No me concluyas, compleméntame porque ya no me haces falta y perdóname, perdóname las promesas que ya perdieron vigencia por tanto amarte y por tanto abandonarte sin haberme ido.
Bébamonos el aliento, tú aliento atrapado en nosotros y ahora abre los ojos para ver éste amor que entre nuestros brazos se va y que renace y se vuelve cenizas y jamás se extingue.
Sana mi amor, sáname a mí; cúremonos juntos
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